18 may 2013

Conciliábulo animal


En el último plenilunio del año en marcha, la asamblea de animales del bosque e insectos asociados se reunió bajo un viejo roble de amplio ramaje y paciencia inmensa a deliberar sobre el rumbo que debía tomar la sociedad de seres irracionales de la floresta en sus reivindicaciones ante el mundo de los humanos. Sabido es que los irracionales no tienen ley de dios y que hacen de la depredación, la rapiña y el saqueo vegetal su modus operandi et vivendi, pero una pizca de orgullo y de dignidad sí que les queda. Así que se citaron para deliberar el uso que hacen los humanos de sus imágenes respectivas.
Estaban realmente molestos por la extensión de tópicos y prejuicios diversos que se gastaban sin derechos de imagen, máxime cuando los humanos no dejaban de ser unos monos orgullosos que se acicalaban como pavos reales y cobraban por ello...
-¿Qué pintamos las culebras en sus farmacias? -protestó un ofidio.
-¿Y qué tengo que ver yo con la filosofía? -se quejaba un búho.
-Peor estoy yo que simbolizo a un partido político -denunció la gaviota.
-¿Y yo qué tengo que ver con eso del espíritu santo? -preguntó una paloma.
-Lo mismo que yo con la maldad y el engaño -denunció un zorro.
-Mirad, yo dicen que traigo niños a este mundo en un hatillo, ¡serán tontos! -se carcajeó la cigüeña.
-Yo tengo el sambenito de que estoy trabajando siempre –se reía la abeja-. ¡Hasta en invierno!
-¡Ejem!, -protestó la cigarra- como si yo fuera una vaga redomada…
-¿Perezosa yo? –se preguntaba la tortuga.
-¡Hombre!, yo sí soy leal, pero si me dan de comer… -se disculpaba el perro.
-Y ¿qué es eso de decir que tienes cabeza de chorlito” -se quejaba el aludido con cara de pájaro cuerdo.
- ¡Miauuuu! –maullaba el gato que no estaba por la labor de presumir de nada…
Así durante un buen rato fueron hablando otros animales como la ardilla, el lirón, el águila, la hiena, el topo, el elefante…
Pero finalmente una voz se impuso sobre aquel guirigay.
-Soy la puñetera sanguijuela y a mí no me dan honor alguno. No os quejéis tanto. ¿Me podéis proponer para algo?
Habló el toro con voz potente y pidió que describiera su personalidad y modo de vida...
-Vivo escondida, acechando a mis presas, me coloco sobre ellas sin molestar y luego les chupo la sangre y exprimo hasta quedar satisfecha, sin llegar jamás a matarlas-. Y concluyó- Así un día y otro.
El buey, que hasta entonces no había hecho más que rumiar, alzó la cabeza, humedeció los labios con su áspera lengua y sentenció.
-Puedes ser la imagen de los bancos.
La asamblea aprobó con aplausos sonoros aquella primera propuesta.
-Yo soy el buitre leonado y también quiero algún honor -propuso el susodicho. Así que enumeró sus méritos-. Planeo desde lo alto observando la vida a ras de tierra y allí donde veo un cadáver me lanzo en picado y despedazo la carroña con mi pico hasta dejar al difunto en los puros huesos, limpio e inofensivo para los vivos.
De nuevo el buey se lamió el hocico y sentenció:
-Tú podrás ser la imagen del periodismo de tertulias televisivas, de foros deportivos y realities...
Una atronadora salva de aplausos dio por buena la asignación.
Alzó el ala la lechuza y se quejó amargamente de la cantidad de responsabilidades que le han otorgado los humanos.
-Que si soy la imagen de la energía femenina, la magia, la sabiduría, la fertilidad..., que si soy talismán de la fortuna y la buena suerte, que veo hasta lo impenetrable y por eso soy símbolo del saber..., que si Minerva me adoptó porque ninguna cosa se me puede esconder por encubierta que parezca, que...
Dada la dimensión del discurso de la lechuza y viendo que la mayoría de los animales entornaban los ojos, salvo el topo por razones obvias, el toro interrumpió el parlamento.
-¡Eh!, colega, no sigas que ya sabemos que los humanos embaucan con elogios... -le advirtió elevando las cejas para apostillar la pregunta siguiente-. ¿Tú qué sabes hacer que sea vistoso de verdad?
-Pocas cosas que no sea volar silenciosamente y chistar por las noches -respondió encogiendo las alas. 
-Y ¿cómo haces?
-¡Scccchhhhhiiiiiiiiiiiiiiissssssssssssssss!
-Ya está -exclamó el buey que aquel día estaba inspirado- Puedes dirigir esta asamblea-. Y continuó entre aplausos-. A partir de ahora representas la participación, la democracia, el debate... Eres la moderadora.
Y entre risotadas y aceptación entusiasta del público, se pasó al siguiente tema, que no era otro que la vieja reivindicación de la gaviota, harta de dar la cara y el pico por un partido político…
El toro de nuevo le interpeló por sus cualidades más vistosas.
-Vuelo con elegancia, surco los mares y parece que gobierno el mundo desde las alturas, pero también me busco la vida en tierra visitando vertederos, carroñeando, acosando a moribundos y desahuciados, vamos, que aprocecho las oportunidades en mi beneficio...
-Quédate donde estás, colega- le cortó el buey aburrido-. Que a ti te han elegido a conciencia.
Aplaudieron todos los animales, aves e insectos presentes, menos los que eran afines al citado partido (los dedos del interés y el soborno son muy largos, ya se sabe) que se sintieron muy ofendidos porque no les dejaron replicar.
La culpa fue de la lechuza que repetidamente hizo valer su recién estrenada autoridad en la asamblea. Ya se sabe lo que dijo, ¿no?
-¡Scccchhhhhiiiiiiiiiiiiiiissssssssssssssss!
Y aquella asamblea se disolvió cuando el elefante, semidormido como de costumbre, dejó escapar un bostezo de puro aburrimiento y barritó sonoramente, provocando una desbandada que impidió llegar a la última votación y cerrar acuerdos. Menos mal que el pájaro escribano levantó acta de todo.

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