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Es cierto que detrás de cada ser humano se esconde una historia, pero no es menos cierto que a cada persona le acompañan otras muchas más historias, tantas cuantas dinosaurios encuentra en cada despertar...
28 nov 2025
No somos esclavos de nuestras palabras
Y llegó el día en el que el viento se declaró en huelga. No pienso trabajar más en balde. Los humanos son gente insustancial que cambian de opinión y no mantienen lo que dicen. Y Juan Badaya preguntó que por qué, si a ti ni te incumbe ni te afecta. No seas creído, le espetó. ¿Cómo que no? Siempre me culpáis con aquello de que las palabras se las lleva el viento. No es así, se enfadó el discípulo de Eolo. Si tenéis opiniones cambiantes y fuera de criterio es por vuestra falta de fundamento. Primero decís, un sí, quiero y al poco un que te den. Yo no tengo nada que ver con eso, protestó. Juan Badaya se vio obligado a consolarlo. Mira, hablaré con Eolo que es tu jefe. Porque, si paras, el mundo va a ser un caos: ni polinización, ni lluvias repartidas, ni ciclo del agua, ni navegación, ni olas en el mar, diríamos adiós a las estaciones, las nubes estarían quietas... Y como el viento seguía enfurruñado, Juan Badaya se animó con otra razón. Mira, sin viento yo estaría siempre bien peinado. Hala, replicó el viento, pero si eres calvo redomado. ¡Ahí va! Me has pillado, me disculpé. Se echó a reír y de puro relajo se le pasó el mosqueo. Hoy sigue soplando todos los días. Unas veces suave y otras como un tornado para llevar lejos las muchas tonterías que surgen de la boca de la humanidad. Que dure.
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