Restañando heridas
En plena guerra enterraron al panadero a todo correr en una tumba colectiva sin preocuparse de identificar a ninguno de los cadáveres que habían fallecido con la explosión del obús que lanzó el ejército enemigo el mismo día de la ocupación. Cuando mucho tiempo más tarde se alcanzó la paz, las autoridades quisieron poner las cosas en su sitio y trajeron un equipo de forenses dispuestos a dar nombre y apellidos a todos los enterrados de manera tan apresurada como indigna en aquella zanja en medio de un claro del bosque. Fue un trabajo meticuloso y metódico donde los detalles se cuidaron al máximo. El guardia forestal siguió todas las pesquisas y desde el primer momento, ante la incredulidad de los forenses, identificó lo que a la postre sería los restos del panadero. ¿Cómo lo sabía usted? Los expertos se quedaron de piedra con la respuesta. En una panadería se trabaja con trigo, ¿no? Se hace harina y luego lo convierten en pan, ¿no? Seguro que el difunto tenía semillas en sus botas o bolsillos y éstas brotaron. Durante años he visto nacer espigas en este lugar, nunca supe por qué. Hoy sí sé la razón. Los entendidos se quedaron impresionados de tanta perspicacia, intuición y acierto. Siempre se aprende algo, se decían.
NOTA: Texto finalista en el concurso Creatividad literaria de marzo, modalidad cuento breve, de entre 1000/1500 caracteres y tema "Una flor para ti".
No hay comentarios:
Publicar un comentario