Cómo recuperar la ilusión

Lo que es la vida, piensa el hombre que durante años sostuvo a su familia con su tesón y empeño. Fue camionero de largos viajes, portes delicados y experto en mover mercancías por el extranjero. Él se sentía libre cabalgando en su potente motor de 540CV y no tenía miedo a nada. Hoy, sin embargo, está hundido en el ostracismo, nadie le consulta, nadie le valora, casi todo el mundo le ignora, siempre está solo. Lo que es la vida, se dice a sí mismo. Por eso ha salido hoy, un día de intensa niebla a pasear. Él es el único que se aventura por caminos sin horizontes y sin límites conocidos. Si yo me lo sé de memoria, se dice de nuevo. Y camina y camina hasta que llega a un lugar en el que hay gran bullicio. Oye una claxon insistente y se pone tieso aguzando el oído. Es él, se dice. Y guiándose por el sonido llega al parking de la gasolinera donde no le cuesta nada encontrar su antiguo Pegaso, donde no puede contener la emoción. Lo toca, lo rodea, se sube en la escalerilla y husmea dentro. Lo nota cambiado y hace lista de los cambios. Una voz le sorprende por la espalda. ¡Eh! ¿Qué hace ahí? Se vuelve y reconoce al hijo del dueño de la empresa en la que trabajó hasta hace más de 20 años. ¡César! ¡Juan! Se abrazan y se cuentan cosas. El camión se vende, le anuncia. Todavía anda, aunque tiene averías de continuo. No lo sabéis cuidar. Se miran. El viejo deja escapar unas lágrimas. 10.000 €. Se despiden y el jubilado avisa. Mañana te llamo. Tengo que hacer números.

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