Llegó el día fatídico en el que La Parca vino a retirarme de este mundo. Eres hombre muerto, me avisó. Espera que me despida de mis amistades, negocié con ella. Así que, delante del ordenador y vigilado por La Muerte, visité sin parar mis redes, no sin antes dar el sí a la última petición de quien me iba a llevar al otro mundo. ¿Me dejas mirar? Tuve suerte. Aún seguimos enfrascados ambos en ello.
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