Una vez se encontraron 3 patatas en un plato y se pusieron muy contentas de estar juntas. Charlaron un rato y se las prometían felices, aunque aguantaron que un cuchillo las dejara sin piel. Peor llevaron el siguiente paso: las trocearon y mezclaron sin saber ya quién era quién. Lo malo vino después ya que las lavaron y las empujaron a una cazuela humeante en la que había cebolla cortada en juliana y dos cachos de chorizo humeando en aceite. Gritaron todas, en la parte alícuota que correspondía a cada porción, y hasta se despidieron de este mundo, no porque el aceite hirviendo las dejara tiesas, sino por tener que acabar sus días rodeadas de cebolla. Ésta no dejó tampoco de quejarse. Joder, soy la base de todo cocinamiento y qué manía me han cogido éstas. ¡Ya me quieren expulsar de la tortilla de patatas y ahora también de las patatas a la riojana, xenófobas!
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