Honradez en horas bajas

Blas era un político de provincias que llegó a diputado en una legislatura, no más. No volvió ni a aparecer en listas en las siguientes elecciones. ¿Su pecado? Es fácil de explicar. Un día recibió un sobre con una cantidad de dinero digamos que generosa. Esto es de la caja B, le comentó un compañero con aires de complicidad. Blas, un hombre íntegro donde los haya, acudió a aclararlo a la sede del partido. Devolvió el sobre después de protestar airadamente e invocar los buenos principios que profesaba y predicaba su partido a los cuatro vientos. Le dieron la razón, obviamente, pero Blas se quedó sin amigos. Y como se vio más tarde, sin apoyos.

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