13 mar 2024

La vieja escuela

El maestro le puso delante de un tablero de ajedrez y le preguntó al niño que cuántos cuadros había en total. El alumno empezó contándolos de uno en uno señalándolos con el dedo. Espera, se adelantó el docente, mira qué fácil lo puedes hacer. ¿Ves 8 cuadraditos en cada lado? Pues si digo 8 x 8 igual a 64, acierto y acabo antes. El chaval no se lo creía, así que los contó de verdad moviendo el dedo por el tablero. Es verdad, ¿cómo se hace eso? Multiplicando, le explicó. Es como sumar a toda velocidad los 8 cuadros de la primera fila 8 veces, 8 + 8 + 8 + 8 + 8... La tabla de multiplicar es lo único que vas a tener que aprender de memoria. Enséname. Y así fue como Luisito aprendió a multiplicar en un pispás. Hoy día esta anécdota la repite a menudo don Luis, catedrático emérito de la Facultad de Ciencias Exactas de una prestigiosa universidad. A mí me enseñaron a estudiar y a aprender razonando, no de memoria como se hace a menudo, comenta ufano. Y acaba siempre rematando la historia con la misma frase: Se llamaba don Gerardo, aquel maestro que hoy estará disfrutando de la compañía del mismísimo Pitágoras. 

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