Absuelto, tras un año en prisión

Vio moverse una alcantarilla y sospechó que había un operario haciendo alguna labor. No prestó más atención y se marchó. Pero le quedó una inquietud. ¿Y si alguien está encerrado? Porque siempre las alcantarillas suelen estar abiertas y hay al menos dos operarios que se controlan visualmente mientras hacen su trabajo. Volvió sobre sus pasos y ya de lejos clavó sus ojos en la tapa. Para cuando llegó ya había notado que se movía ligeramente. Aplicó el oído y no percibió ruidos de respiración, voces o gruñidos. Pero se movía. Llamó al 112. Mire, le dijo al funcionario, esta alcantarilla se mueve, aquí hay alguien encerrado, hay que hacer algo. Dígame la dirección. ¿Huele usted a gas? Entonces se percató de que podía estar en riesgo. Se apartó corriendo, justo a tiempo de oír un trueno que levantó una polvareda y dejó un pequeño socavón de recuerdo. Al poco vio como media calle estaba ocupada por la policía que desalojaban a todo peatón que por allí se estuviera moviendo. El mismo fue conminado a marcharse y desapareció envuelto en el anonimato. Llegó al trabajo y abrió en la pantalla del ordenador un medio local. Tremenda explosión de gas provocada al parecer por un individuo sin localizar que generó la deflagración con su móvil en la zona 0. La policía trata de localizar al culpable. Manda narices, me tienen cogido de los huevos, exclamó en voz alta ante la estupefacción de sus colegas de despacho. Acto seguido tomó su celular y llamó al 112. Yo he sido, les dijo, ya les explicaré todo. 

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