29 mar 2023

Historia excesiva

Todavía me estoy riendo de lo que le pasó ayer al ciempiés, contaba el señor búho. El tonto de él se coló por una ventana el día de Acción de Gracias y se metió donde pudo, nada menos que en una tarta de cacahuete al whisky que atravesó a duras penas de un lado a otro. Los animales del bosque que escuchaban ya se empezaban a reír, sobre todo el mapache que era muy experimentado en esas cosas. Claro, al llegar a zona menos pegajosa, prosiguió, se tuvo que lamer las patas una a una para poder seguir andando. Aquí, claro, ya estallaron en carcajadas el estornino, el gorrión, el ratón de campo, la culebra de río, la comadreja y hasta el cerdito doméstico y todos los demás. ¿Qué cómo acabó todo? Felizmente, explicaba la rapaz nocturna, símbolo del sentido común. Un gato bien alimentado le resopló en el morro y lo mandó de nuevo al exterior. Allí la tortuga Renata lo llevó casi en coma sobre su caparazón y lo dejó descansando bajo una piedra que había estado todo el día al sol. ¿Y se recuperó?, preguntaba el grillo. ¡Qué va! Aún está durmiendo la moña. Pues todos fueron a verlo cantando aquello de “por ser un chico excelente...”. Y grandes carcajadas dieron final a esta historia. 

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