12 dic 2022

Masculinidad inducida

Tengo un hermano mayor que me sirvió de ejemplo en aquella época en que yo era un adolescente y hacía esfuerzos por parecer mayor. Siempre me impresionaba su seguridad y aplomo. Por ejemplo, y ahora me río cuando lo cuento, llegaba a un bar y a mí me invitaba a un refresco, mientras que él pedía un gin-tonic que bebía luego en sorbos prolongados haciendo sonar los hielos al golpear en el cristal, sin dejar de hablar con todo el mundo y lucir un tatuaje que para mí agigantaba su figura aún más. Era un hombre hecho y derecho. Con el tiempo, de vez en cuando me tomo un trago como mi hermano, sin dejar de hacer sonar la copa, sabiendo, eso sí, que me falta mucho trecho, muchísimo, para llegar a ser un hombre del calibre de mi hermano. Para empezar, me falta el tatuaje y no me gusta el gin-tonic.
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