25 nov 2022

Mis cuentos infantiles eran así de convincentes

En un ataque de nostalgia me puse a revisar cuentos infantiles de aquellos que mi madre solía contarme. Elegí uno que tenía totalmente olvidado, Garbancito. Resulta que era un niño tan pequeñito que para evitar riesgos de ser pisado iba cantando a pleno pulmón aquello de Tachín, tachín, tachín, a Garbancito no piséis... Esto le dio resultado por un tiempo, hasta que un día, caído en un repollo de berza, se lo comió un buey sin que el atolondrado de su padre se percatara. A punto de desaparecer para siempre fue rescatado por su madre que, después de una larga búsqueda, descubrió el enredo, hizo estornudar al vacuno glotón y recuperó al niño para siempre. Yo, que ya soy viejo, respiré con este buen final y juro que de niño me creí esta increíble historia a pies juntillas. Además, aprendí que hay que comer mucho para hacerse grande, que hay que confiar en las madres más que en los padres y que se puede superar cualquier situación por difícil que se ponga. Ahí debieron empezar a crecer mis convicciones, ¿no? De paso, recuerdo la de veces que le hice repetir a mi madre esta historia. Lo dicho, da gusto llegar a viejo para rescatar estos gratos recuerdos.

__________

No hay comentarios:

Publicar un comentario