La exclusión

Tenemos un indigente nuevo en el barrio. No sabemos ni su nombre, ni de dónde viene, ni dónde duerme, ni si está atendido por los Servicios Sociales. Lo que sí vemos es que se ha apostado en una placita muy coqueta que está ocupada en parte por la terraza de una cafetería. El se ha hecho dueño de un banco público donde se tumba cuan largo es y se echa unas siestas plácidas, abstrayéndose de todo lo que le rodea. Me he fijado que los parroquianos también nos hemos vuelto indiferentes con él, es como si fuera trasparente. Parece un trato. Tú no molestas, tú vives tranquilo. Pero ayer cambió todo de repente. El señor este se incorporó, estiró los brazos para desperezarse, se acercó al jardín y orinó tranquilamente. Nadie le dijo nada, pero sé que todos reprobamos su acción. Aquello fue una decepción. Nosotros cumplimos el trato e hicimos como que era transparente. El no cumplió su parte, nos molestó. 

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