22 jun 2022

Mantener los principios


Le avisó el ayuntamiento de que un señor quería hablar con él. Avelino aceptó la cita y escuchó de aquel hombre algo que aún no le deja dormir. Escuetamente le dijo que quería comprarle el terreno cercano al molino. Y le ofreció una cantidad irrechazable. Prudentemente pidió tiempo para consultas. Y esa misma noche entendió de qué iba el asunto. Se trataba de una empresa mixta, pública y privada, de exploración de hidrocarburos que estaba dispuesta a explotar el gas de esquisto que había en el subsuelo. Y Avelino entró en un mar de dudas. ¿Qué hacer? ¿Vivir con desahogo lo que le quedaba de existencia o llevar una vida modesta y apurada con la pensión que cobraba? Tenía claro que lo mejor era cobrar. Pero, ¿no era él una persona activa en el pueblo contra el fracking? Se había opuesto públicamente en muchas ocasiones en contra de ese método de extracción de gas por fracturación que amenazaba con destrozar el pueblo. Tenía claro que no debía vender. Esa noche Avelino apenas consiguió conciliar el sueño. Al amanecer consultó el tema con su amigo el pragmático, un hombre con aldaba en el ayuntamiento. Mira, le dijo, niégate a vender. Te subirán la oferta. ¿Sabes? Se puede forzar la expropiación, así tú te libras de pasar por pesetero frente a la opinión pública y cobrarías un buen dinero por obligación. Avelino, con una resignación impostada, 
aceptó la propuesta. El pragmático cerró el tema con tres palabras más. Es un 30%.

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