25 may 2022

No pasó ni de grumete

Manuel quiso hacer carrera en la mar y se postuló en la escuela náutica de su localidad. Con las primeras clases teóricas del primer año, llegaron las prácticas y tuvo que navegar desempeñando distintas funciones que no se le daban mal, salvo una que era la de timonel. El capitán a cargo de la lancha no consiguió que enderezara el rumbo como debía y, aparte de molestar a los pescadores de caña que se apostaban en las orillas, se cargó una baliza de pura chapa de hierro y aboyó el casco del barco. La bronca que le cayó fue monumental. ¡Me cagüen tus muertos! Cuentan que le gritó. Te salva el seguro, porque yo te obligaba a restañar la herida con la lengua. Al día siguiente Manolo abandonó la carrera. Y explicaba el porqué muy sucintamente ¡Uf! Lo mío van a ser llevar trenes, que tengo una nube en el ojo derecho.

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