2 may 2022

Catarsis en casa


Era una familia tan seca y pacata que nunca se besaban ni abrazaban. Llegó una nuera cariñosa y acabaron confusos y desorientados. La abuela consultó a su bondadoso confesor y supo que eso de abrazar y besar con moderación y recato estaba muy bien. Al abuelo le dijo un amigo psicólogo que se podía ahorrar el tratamiento si se volvía más cariñoso. Los hijos de aquella pareja, crecidos sin cariños inmediatos, descubrieron que eso de besar y abrazar era algo muy interesante incluso si se hacía en familia. Y los nietos quedaron muy a gusto con aquella nuera, cuñada y tía que les había llegado a la casa. Hasta el perro se vio beneficiado por la nueva efusividad que extendió en la familia.

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