8 abr 2022

Robos con rastro

Manolo robó un camión que encontró con las llaves puestas en el estacionamiento de una fábrica de automóviles. Nadie se dio cuenta y pudo alejarse del lugar sin sospechas. Enfiló el vehículo hacia un polígono industrial abandonado y llamó a un colega para que le ayudara a inspeccionar el botín y darle salida en el mercado negro. Cuando estaban en ello, se presentó la policía que los detuvo a ambos. Manolo se resignó una vez más, aquello era su sino, siempre acababa en comisaría, luego ante el juez y finalmente, aunque no siempre, en prisión. Pero hizo dos preguntas a la policía. Está claro que esto es hurto y no robo, ¿no? Las llaves estaban puestas. El sargento al mando del operativo asintió con la cabeza. Ya se conocían de otras andanzas. Y una curiosidad, insistió el detenido, ¿cómo me han localizado tan pronto? El sargento Vargas le miró a los ojos y le espetó con cara de estar harto de andar tras él un día sí y otro también. Has pillado un cargamento de chips chinos destinados a la automoción. Menuda huella dejabas en el GPS, so tonto. Manolo se encogió de hombros. El no había nacido para luchar contra la tecnología del momento.

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