4 mar 2022

Afectividad y efusividad

Démonos la paz, proponía don Pascual a sus feligreses todos los domingos en la misa de la parroquia. Los asistentes se estrechaban la mano con más o menos efusión, pero desde luego sin alardes ni aspavientos. Sin embargo, era todo un espectáculo ver cómo don Pascual repartía abrazos. Eran, por decir algo, ligeramente exagerados y fuera de sitio, tanto que el obispo, puesto ya en ascuas por algún que otro feligrés, tuvo que llamarle la atención. Es que mi afectividad está muy repartida, se justificó... No se concentra en el núcleo familiar como en el caso de los laicos, yo quiero a muchas personas. Dicen testigos del hecho que el obispo le miró fijamente, frució el ceño y le señaló la puerta con el dedo. 

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