El señorito se acercó a un peón que trajinaba con una piara de cerdos y le saludó. Soy don Manuel. Feliciano, para servirle, se presentó el subalterno. ¿Vives aquí? Si señorito, por obra y gracia del señor Marqués, su padre. Estos animales que cuidas ¿darán los jamones del año próximo? Sí don Manuel, además de chorizos, morcillas, lomos y chuletas. El señorito le quiso tentar. Tú ¿pruebas algo? Solo los gozpachos. Eso, ¿qué es? Lo que nadie quiere, don Manuel, las tripas, los torreznos, los tendones que rebotan en los dientes, el rabo, las orejas, las pezuñas, ya sabe usted, cosas que nunca dan empachos. No siga, Feliciano, que voy a vomitar. Sí, señor. Estoy para servirle a usted. Don Manuel, cuando ya marchaba, comentó satisfecho a su acompañante. Estos braceros están bien alimentados, ¿no?
NOTA: Gozpachos, palabra inexistente en diccionario alguno. Pura invención de Feliciano.
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