El pintor movía la gruesa brocha con lentitud, pasando repetidamente por el mismo sitio. En !os bordes de la pared trabajada con mayor precisión y paciencia. Que no lo hagas tan bien, porque ni te lo van a pagar mejor, ni te van a llamar en 20 años, le explicaba un amigo que le acompañaba en la tarea. Que hay que hacerlo, insistía, como los aparatos modernos con obsolescencia programada. ¿Qué es eso? Preguntaba el de la brocha. Pues que los cacharros se joden al cabo de poco tiempo para que tengas que comprar otro. Ya. Osea, que tengo que pintar esta pared para que dure poco, ¿no? Tú lo que quieres, se defendía, es que te llamen a ti el año que viene, no te jode. Pues no me importaría, je, je.
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