7 jun 2021

Las cosas siguen su curso natural

La adolescente intentaba convencer a su abuela de que esta vez sí se había enamorado de la persona perfecta. Es que reúne todo lo que puede desear una mujer, argumentaba. Es guapo, buen estudiante, atento y sensible, tiene buen humor y siempre me respeta. Estoy muy a gusto con él, concluía. La abuela, un poco escéptica en estas lides, preguntó de qué familia era. La chica protestó, eres una clasista, dijo. No, mira. Conocí a su abuelo, que nos pretendió a mí y a mi hermana, el padre anduvo detrás de tu madre y de tu tía, que lo sepas, y ninguna nos dejamos conquistar. ¿Tú serás la primera que emparente con los Osorio? La nieta se quedó sorprendida. ¿Qué tiene que ver eso? Pues que los Osorio siempre han tenido mucho orgullo, mal genio, poca memoria y un gusto que se les pasa pronto. No entiendo. Espera y repetimos la conversación dentro de un tiempo, ¿vale? La chica se enfurruñó un poco, pero en atención a la abuela aceptó el reto. Espero dos meses. Yo también espero. Las dos hicieron el gesto mágico, cruzaron los dedos índice de cada mano y los besaron. Había que cumplir aquel juramento. Pasaron los días, pasaron las semanas, pasaron los dos meses y nadie habló más de aquel tema. Bueno, la abuela sí, hablaba para sus adentros sobre ello, con una sonrisa socarrona escurriéndose entre los dientes.

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