2 jun 2021

El peso de la cultura

Me cuenta mi hermana viejas historias de la familia. En concreto, me pregunta a ver si recuerdo las tertulias que pasábamos en las noches interminables del verano con los abuelos. En particular aquellas en que el abuelo se animaba a contar historias y sucedidos, como él llamaba a todo lo que acumulaba en su memoria, y que la abuela censuraba de inmediato con la frase lapidaria de "calla, tordo, allí estabas tú para verlo". Sí, lo recuerdo, le comento, el abuelo se reía mucho y la abuela se enfadaba un poco, ¿no? Pues todos pensábamos, continúa mi hermana, que la abuela hablaba desde los prejuicios religiosos que tenía, claro. Pero no, nuestra abuela era una feminista convencida sin saberlo. Esta frase me dejó pensativo. Sí, sí, fíjate, muchas de las afirmaciones del abuelo no eran digeribles del todo, hoy se las discutirías hasta tú mismo. Me quedé callado y no necesité darle muchas vueltas al asunto para acabar dando la razón a mi hermana. Eran otros tiempos, hay que entender aquella época, le dije unos días más tarde. Menos mal que era otra época, me replicó. Me decepcionaría verte pensando lo mismo, fue la frase que cerró el diálogo.

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