15 mar 2021

Tía Edel

La tía Edelvira, hermana de mi padre, dice que fue pintora en su juventud. Que sus cuadros competían con dignidad entre sus compañeros de la Facultad de Bellas Artes, que sus profesores le auguraban un futuro exitoso, que llegó a vender una docena de cuadros a gente importante cuyo nombre ha olvidado, que... Pero, tía, le preguntamos, ¿no podemos ver alguna obra? No, desde que me quedé ciega, los cuadros los tengo todos en la cabeza, sólo los veo yo. Entonces, todos los sobrinos nos acercamos a la tía, juntamos nuestras mejillas con los suyas, por turnos, por supuesto, y le decimos que nosotros también los vemos. Ella sonríe, nos acaricia y nos habla de algún bodegón, de los paisajes impresionistas que captó desde la ventana del salón, de alguna marina... Siempre acaba prometiendo que cuando seamos mayores nos contará cómo fue el óleo de Adán y Eva, ambos desnudos, que pintó con modelos en vivo. Entonces sonríe maliciosamente y nos suelta de sus brazos. Y a todos los sobrinos nos entran muchas ganas de comer para crecer pronto y oír la explicación del enigmático cuadro.

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