11 dic 2020

Ilusos, con “i”

La locomotora avanzaba por la pradera despidiendo una nube de humo blanco que la delataba desde lejos. Los perros del granjero, unos mastines fieros que ahuyentaban los coyotes que se acercaban a los rebaños, tomaron posición al lado de la vía y comenzaron a ladrar como posesos. A aquel coro de ladridos se unieron una perra whestie y cuatro cachorros de apenas 4 meses. Mientras la locomotora atravesaba el rancho, aquella jauría espontánea no paró de intimidar al convoy ferroviario que, por fin, desapareció en el bosque. Los canes volvieron a su sitio y la madre de los perritos se dedicó a aleccionar a su tropa. Como no te pongas serio y agresivo, cualquiera invade tu territorio, les decía. ¿Os habéis dado cuenta cómo ha huido? Hay que meter miedo a los intrusos.

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