Dos
políticos se hacían confidencias en la cafetería del Parlamento.
Yo espero retirarme de la polítíca siendo reconocido por los
ciudadanos como un hombre honrado y honesto. Y vivir tranquilo,
claro. Pues yo quiero que el partido quede satisfecho con mi gestión
y que me recompense en consonancia por mi fidelidad. Un ujier que les
oía y que, como vulgarmente se dice en el lenguaje castizo de
Madrid, tenía los pelos del culo quemados por el humo de mil
batallas, no dudó en sumarse a la despedida. Pues yo, aspiro a que
ustedes aseguren el pago de mi jubilación, bastante menor que los
haberes que ustedes percibirán. Lo miraron con desprecio y le
recriminaron su mala educación.
_____ o _____
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