6 ene 2020

Es el destino, ¡carajo!

En la ciudad de Ispahan ocurrió una historia que me tiene cautivado desde siempre. Para mí es el mejor cuento del mundo. Me lo dio a conocer un maestro, Bernardo Atxaga. Cuenta que el criado de un rico mercader se topó con la Muerte en el bazar de Bagdag. La Parca le miró y lo marcó como objetivo para aquella noche. El criado, aterrado, acudió a su señor y le pidió el caballo más veloz para irse a Ispahan. La muerte viene en mi busca, debo huir. Y puso tierra de por medio, refugiándose en la ciudad con el ocaso. Al atardecer el propio mercader acudió al bazar de Bagdag y se topó también con la Muerte. ¿Cómo has amenazado a mi criado?, preguntó. Me he asombrado al verlo, contestó, porque en realidad me lo tengo que llevar de Ispahan al amanecer, no entiendo que hacía todavía aquí. Genial desenlace.
Pero, un cuento es un cuento, y está claro que el criado debía acabar sus días en Ispahan. ¿Así ocurrió de verdad? En la literatura todo es posible, hasta cambiar la muerte. Porque hay una versión del propio Atxaga que refiere que el aterrado criado se refugió en la tienda de Kalbum Dahab y que allí lo sorprendió la de la guadaña que, ¡oh sorpresa, vio con sus propios ojos a 15 ó 40 criados del rico mercader de Bagdag. Al amanecer el anfitrión no pudo dejar de comentar a su huésped: ¡Maldita sea, esta mañana he visto un ladrón que huía con un espejo bajo en brazo! ¿Por qué le roban el fruto de su trabajo a Kalbum Dahab, el honrado fabricante de espejos de Ispahan?
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