4 oct 2019

Taller de minicuentos en marcha

Ahí va el microrrelato de esta semana, señor profesor. Vale, vale, proceda. Resulta que me he liado un poco, pero bueno empiezo con la introducción o contexto. Espero haber acertado. Venga, venga, comience la lectura. Voy. Pues en el año 1657 de la era cristiana, en el mes de junio, recién iniciado el verano, cuando las mariposas deambulaban de flor en flor libando con sus trompas el néctar de cuantas flores encontraban, y los ruiseñores alegraban con sus trinos los afortunados tímpanos de los mortales, hallábase a la sazón, una joven princesa al borde de una lago donde la brisa mecía, no sin cierta sensualidad, las lánguidas ramas de un sauce llorón. Al tiempo un milano real desplegaba sus alas y mostraba cuán cerca del cielo puede hallarse cualquier mortal. Pero quisieron los cielos que aquella felicidad tuviera su fin cuando un relámpago primero y un trueno después rompieron la paz de aquel paraíso... ¡Calle, calle de una vez! Lleva ya 117 palabras y aún no ha entrado en el conflicto. No siga. El profesor, se ve, estaba muy enfadado. Váyase a vivir al S. XVIII y escriba 100 novelas describiendo durante horas y horas escenarios. ¡Por dios, esto son microcuentooooossss! ¡Breveeeeesssss! ¡Al granoooo!
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