El
alcalde era famoso por los discursos bien elaborados que leía con un
ojo mientras sonreía y miraba a los oyentes con el otro. Era una
rara cualidad que enamoraba a sus votantes. Higinio, su secretario y
autor de los textos, sonreía. Nací para pasar desapercibido y hacer
que otros brillen, menos mal que lo agradece, se decía mientras
apretaba en el bolsillo un fajo de billetes de dudosa procedencia.
Todo por ensamblar las palabras que todos quieren oír, razonaba.
NOTA:
Relato enviado al V Concurso Literario de Minicuentos "Al claro
de la luna". Agosto.
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