El
nuevo vecino del portal colocó un toldo amarillo en su terraza.
Fuimos a hablar con él pidiéndole que lo retirara, que la normativa
de la Comunidad de Vecinos tenía regulado que únicamente se
colocaran toldos azules, por mor de una fachada homogénea y
estética. Se negó diciendo que no podíamos cohartar su libertad. Y
se declaró la guerra. Recurrimos al ayuntamiento, que sabíamos nos iba a dar la razón. Han pasado ya 10 años y seguimos sin
respuesta. Sin embargo, tengo que contar que el engendro del toldo
amarillo se acabó de manera inesperada hace unos meses. Resulta que
la autoridad declaró proscrito el color amarillo de todas las
fachadas, por aquello de un movimiento secesionista de las provincia
vecinas que lo habían adoptado como color de referencia de sus
reivindicaciones. Eso sí, a la semana de salir el edicto, apareció
una brigada de obreros del ayuntamiento a retirarlo. Fue una corta
satisfacción, porque el jodido del vecino colocó seguido un toldo
rosa, sabedor de que por lo menos le durará otros 10 años. Ya
estamos en el recurso.
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