Me
decía ella que cuando más apretaba el frío lo mejor era la
cuchara. ¿Cómo que la cuchara? Pues eso, me explicó, te metes en
la cama y te ajustas a tu marido como se ajustan las cucharas bien
plegadas en el cajón. La miré a los ojos, Brillaban. Una sonrisa
cómplice se escapaba de su boca. Sonreí. No es mala idea, le dije,
la aplicaré en cuanto se den las circunstancias, le mentí.
_____ o _____
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