14 ene 2019

Distintos caminos, mismos resultados

El hombre blanco llegó a una isla de aguas cálidas. Lanzó una rápida mirada y pronto inició un negocio que le llevó por delante sudores, salud y penas. Al cabo de unos años poseía ya una pequeña fortuna, una casa colonial con un porche ostentoso, varios criados y un coche de caballos de quitar el hipo a los lugareños. ¿Ves?, le decía a un amigo mulato que le había acompañado de cerca en aquella aventura. ¿Ves?, le repetía orgulloso, he llegado lejos con esfuerzo y ambición, no como vosotros, que sois unos flojos. El mulato que se balanceaba en una hamaca tendida entre árboles, sonrió de primeras y luego se dedicó a estirar las piernas. Al cabo de un rato abrió la boca. Yo vivo tan bien como tú sin haber sufrido tanto. Mentira, protestó el hombre blanco. Verdad, replicó el otro. Los dos estamos haciendo lo mismo ahora, ¿no? Pues resulta que tú te has pasado los últimos 30 años subiéndote a las palmeras para recoger cocos y yo, mientras tanto, he estado esperando a que caigan.
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