El hombre blanco llegó a una isla de aguas cálidas. Lanzó una rápida
mirada y pronto inició un negocio que le llevó por delante sudores,
salud y penas. Al cabo de unos años poseía ya una pequeña fortuna,
una casa colonial con un porche ostentoso, varios criados y un coche
de caballos de quitar el hipo a los lugareños. ¿Ves?, le decía a
un amigo mulato que le había acompañado de cerca en aquella
aventura. ¿Ves?, le repetía orgulloso, he llegado lejos con
esfuerzo y ambición, no como vosotros, que sois unos flojos. El
mulato que se balanceaba en una hamaca tendida entre árboles, sonrió
de primeras y luego se dedicó a estirar las piernas. Al cabo de un
rato abrió la boca. Yo vivo tan bien como tú sin haber sufrido
tanto. Mentira, protestó el hombre blanco. Verdad, replicó el otro.
Los dos estamos haciendo lo mismo ahora, ¿no? Pues resulta que tú
te has pasado los últimos 30 años subiéndote a las palmeras para
recoger cocos y yo, mientras tanto, he estado esperando a que caigan.
_____ o _____
No hay comentarios:
Publicar un comentario