24 sept 2018

La dificultad de engañar

Paúl era un niño difícil de engañar. Siempre miraba profundamente a los ojos de sus interlocutores y presumía de leer los pensamientos ajenos, sin necesidad de intercambiar palabras. Con la boca se miente y se disimulan las intenciones, explicaba. Un día su maestro, que ya atisbaba estas cualidades, se interesó por este don tan extraño y recibió una respuesta sorprendente y obvia. Mire, mis padres son sordomudos, lo sabe ¿no? Pues eso, que yo sé lo que quieren, porque lo leo en sus caras. Desde aquel día el maestro se esforzó por ser siempre muy sincero.
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