24 ago 2018

Juegos de infancia

De niño jugábamos mucho al escondite, ya se sabe, ese juego en el que uno se pone frente a una pared con los ojos cerrados y cuenta en voz alta hasta 20 o lo que sea, mientras todos los demás se esconden. Al acabar tiene que ir localizando a los otros jugadores diciendo el nombre de los que va pillando, eso sí, tocando la pared. Si algún jugador llega antes que él a la pared se libra, no sólo él, sino todos los cazados anteriormente. Pierde el que es pillado y no liberado por otros y éste es el que da inicio a un nuevo juego de escondite. Pues bien, yo era muy malo en eso, porque me escondía y dejaba a todos hartos y aburridos, porque no me encontraban nunca. O me pillaban a la primera y siempre me "quedaba" de buscador, corriendo todo el rato para que no libraran mis compañeros. Ahora que soy mayor ya no puedo jugar a lo mismo, pero sí que hay alguien que sigue jugando conmigo al escondite. Por decir, yo empiezo a contar algo y cuando voy por la mitad ya se me ha escondido no sé en qué parte de la cabeza la mitad de lo que iba a contar. Las pastillas también se ocultan. Y los nombres de las cosas y de la gente se me pierden y no los encuentro. Y los cumpleaños, las citas, la cartera, los nombres de las calles, las llaves del coche, el paraguas.... Yo creo que la vida no es puro teatro, como dice La Lupe. Yo creo que la vida es puro escondite. 
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