30 may 2018

Muchas pompas

Se ha muerto Genarín, el sacristán y campanero oficial del pueblo. Hoy a las 18:00 horas es el funeral al que, seguro, acudirá mucha gente. El párroco me ha pedido a mí que suba al campanario media hora antes y que haga tañir las campanas con fuerza, porque Genarín se lo merece, me ha dicho. Y aquí estoy yo, que no tengo mucha idea, en todo lo alto de la iglesia, dispuesto a voltear la campana mayor y repicar con el badajo de la menor. Y parece que todo me va bien, porque ya gira una y acompaso los toques con la otra. Es impresionate este sonido. Cierro los ojos y sigo tirando rímicamente de una soga con la mano derecha y atraigo hacia mí el badajo con la izquierda. En este momento me siento muy cerca del fallecido Genarín, tan cerca, tan cerca, que ¡horror, voy a acabar a su lado!, que la campana mayor, en su enloquecido movimiento, me ha agarrrado por la cabeza y me ha lanzado por los aires hasta aterrizar, creo, justo en el atrio de la iglesia, junto al coche fúnebre que lleva a Genarín. Soy hombre muer...
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