25 may 2018

Indigencia

El tráfico era incesante, fluía como el agua bronca de un río de montaña. El guardia de tráfico conseguía a duras penas que los vehículos excitados respetaran los semáforos. En un descanso, notó que algo se movía detrás de un seto. Y reparó en un medigo que trataba de incorporarse con las escasas fuerzas que le quedaban. Le miró a los ojos y obtuvo un mirada transparente como respuesta. Decidles que yo estoy aquí, oyó que decía.
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