El
forense no tuvo dudas y atribuyó el fallecimiento de aquel hombre
centenario a una caída doméstica. Escribió que fue un golpe severo
en el occipital contra el borde de la mesa de mármol del salón que
derivó en muerte rápida sin agonía. La psicóloga que atendió a
la viuda aseguró que ésta, de primeras, sufrió un fuerte impacto
emocional, pero luego, viendo como se sucedieron los acontecimientos,
se tranquilizó más de lo que era de esperar; por todo ello,
entendía que aquella anciana de 96 años no precisaba de una
atención mayor de la habitual. La cuidadora, una mujer
boliviana, sabia y cariñosa, quedó estupefacta al oír la
confesión: Llevo medio siglo poniendo la zancadilla a ese viejo
estúpido y hoy, por fin, he conseguido mi objetivo. ¡Que Santa
Eulalia me asista y Jesucristo me perdone, que ha sido sin querer!
_____ o _____
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