-Ayer
tuve que hacer una consulta telefónica a un 902 sobre una tarjeta
de esas de fidelización y acabé cabreado, como siempre.
-A
mí no me gusta nada llamar a los números 902... Aplican tarifas
como si fueran piratas del Caribe.
-Pues
eso fue lo que tramaron hacer conmigo. Primero charlé con una
máquina en un diálogo de sordos, a la quinta nos entendimos. Luego
se me puso al habla una operadora, me pasó con el jefe y ya me
obsequiaron con una música enlatada. En los cinco minutos que
aguanté fisgué en Internet cuál era el coste de las llamadas a
estos números.
-Un
escándalo.
-Corté,
harto de la tonadilla, pero más tarde, apremiado por la necesidad,
llamé de nuevo. Tuve que identificarme en el teclado del teléfono
marcando los dígitos de mi tarjeta, 630... Cuando acabé mi
parlamento escuché una voz masculina: “Usted ha marcado el
número 730..”. Me llevaron
los demonios y solté aquello tan racial de ¡A la mierda!
Y colgué.
-Qué
bruto.
-¿Crees
que marcando en el teclado confundo el 6 con el 7? No están ni
juntos en el teclado del móvil... Era una maniobra dilatoria para
alargar los minutos de tarifación.
-¿Tan
perversos son?
-Peor,
van con voz inocente, pero te sangran. No les llamo más en mi vida
-Pero
no has resuelto el problema.
-No.
Ya habrá otra vía. El abuelo Simón no se rinde.
_____ o _____
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