El
abuelo Simón es un hombre inquieto que saca un nuevo tema de
discusión todos los días. Y dice cosas como que “cuando hablan
del más viejo oficio del mundo me muero de risa”. ¿Por qué?,
pregunta el Tío Machuca. Es claro, el más viejo oficio del mundo es
el de matador del hambre. Su amigo no lo tiene claro y le replica con
lo primero que se le ocurre. ¡Qué nombre más feo! Pero el
“ponente” insiste. Con más prosapia se debería decir
satisfacedor del hambre. ¿O quizás satisfactor o satisfaciente?
Para estas cosas siempre viene bien Google y el Tio Machuca da el
paso. ¡Uf! Veamos en la RAE. ¡Bah, nada de nada, no se atreven a
fijar el concepto en una palabra! Se enfada el abuelo Simón. ¿No
hay forma de encontrar un término para definir al individuo que se
dedica a calmar el hambre propia o ajena? ¡Ya! Resígnate, el mas
viejo oficio del mundo seguirá siendo, a todos los efectos, el de
ramera, concluye victorioso el Tío Machuca. O ramero, que los
tiempos cambian, ya se ve que el abuelo Simón no quiere dar el brazo
a torcer. Pero no puede dejar de oír la última palabra de su amigo.
Eso tampoco lo admite la RAE.
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