25 abr 2016

Y yo sin enterarme

De niño me sentía trasladado a un mundo fantástico cuando me hablaban de peces voladores o de aves que se zambullían en el agua y nadaban con pericia. Mi admiración llegó a la incredulidad cuando vi por primera vez gaviotas reidoras que se lanzaba de cabeza al mar, se sumergían y buceaban hasta aparecer a unos metros del lugar de zambullida. Más tardes aluciné con los cormoranes que se aposentaron en las riberas de los ríos de mi ciudad y fueron diezmando la población piscícola hasta el punto de alarmar a las autoridades medioambientales. Todo esto se lo explicaba yo a mi abuelo, incluso se lo hice visionar en un vídeo donde un alcatraz gigantesco se lanzaba en picado a las aguas del océano y emergía al poco con un pez en el gaznate. Yo esperaba un comentario de sorpresa y admiración en mi abuelo, pero el sorprendido fui yo.
-No hace falta que vayas tan lejos para ver eso mismo, que eso ya lo hace el martín pescador aquí al lado, a dos palmos de tus narices. ¿Tantos años por aquí y no lo conoces?
De verdad que me dolió tener que responder que no, que no conocía.
-Sabrás que para ti ha pasado desapercibido uno de lo pájaros con el plumaje más vistoso que existe en nuestro río... Nada menos que colores azules, verdosos y anaranjados en tonos brillantes y metálicos -y sacó una conclusión curiosa-. Parece un ave tropical trasladada a nuestros ríos -que acompañó con un reproche-. Deja de ver el mundo por la televisión y mira más por la ventana.
_____ o _____
 

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