20 abr 2016

Malos vientos

El valle de Hondacruz hace honor a su nombre, pues consta de dos largos y amplísimos pasillos entre montañas que se cruzan en ángulo recto, como queriéndose escapar de las altas cumbres que lo rodean. Como además es muy amplio, el gobierno aprovechó para construir un aeropuerto regional. Pero no repararon en los vientos que aquí son cambiantes y caprichosos, de forma que en un mismo día pueden soplar por cualquiera de los puntos cardinales. Los hondacruceños eso ya lo sabíamos, así que no nos extrañó ver el campo de aviación abandonado por “cuestiones técnicas”, según decían las autoridades. Hasta que apareció el traidor de Bartolo Globel que propuso una solución. Nada menos que hacer otra pista superpuesta y perpendicular, en forma de cruz, como el valle, para que las aeronaves pudieran despegar o aterrizar con vientos de morro en cualquiera de las direcciones que Eolo eligiera para pasearse en Hondacruz. Y así se hizo. Desde entonces para los habitantes de este valle han cambiado mucho las cosas, algunas a mejor, como por ejemplo que ha crecido la economía local o que no tenemos que mirar a las veletas para saber la dirección del viento, que eso ya lo vemos observando los cientos de aviones que surcan nuestro cielo. Pero muchas cosas fueron a peor, como que el 40 por cierto ya somos casi sordos, las casas no pueden pasar de 4 alturas, el negocio de cristales de triple cámara está en auge, o que la estatua que el ministerio del Aire erigió al traidor de Bartolo Globel sufre constantes actos vandálicos. En el consistorio hay una propuesta para declararle próximamente “persona non grata”.
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