Pa-ta-ta

La tortuga escondió a medias su cabeza en el caparazón en cuanto atisbó el peligro. El conejo siguió comiendo hierba confiando en su velocidad de huida. Los suricatas se colocaron en posición de alerta para organizar su retirada. El rinoceronte ni se inmutó convencido de su fortaleza. Las cebras continuaron pastando y algún ave se acercó al abrevadero. Cuando oyeron las señal convenida todos miraron en la misma dirección y articularon la palabra convenida, a saber, “pa-ta-ta”. La foto estaba hecha. Ganaron las pequeñas mangostas del Kalahari. Ellos figurarían en la portada del catálogo del zoo.

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