Erase
una vez un batracio vanidoso que quiso lucir sus encantos por
doquier, así que se apostó en un rosal lleno de espinas para
ahuyentar a los depredadores.
Pero tuvo el infortunio de que unas
culebras pacientes se arremolinaron a sus pies, dejando al presumido
sin escapatoria. Con el sol y el hambre se ajó su piel, perdió
fuerzas y cayó, acabando en las mandíbulas de los ofidios. La
abuelita del finado, lloró aquel triste final y con su inteligencia
batracia dejó claro lo que pensaba sobre la belleza.
-Donde
esté lo útil que se quite lo superfluo.
_____ o _____
NOTA
DE AUTOR: Texto
presentado en agosto-2015 en el concurso Calendario
Microcuentista 2016,
del blog
Internacional Microcuentista - Revista de lo breve