11 sept 2015

Comer peras con cuchillo

Gerardito, el hijo del Barón de la Antigualla, pasó todos los veranos de su infancia en la finca familiar de Tresmolinos, donde se hizo un golfillo con la inestimable ayuda del hijo del guardés. Su madre, doña Custodio del Malvivir trataba de corregir en el invierno lo que el niño se asilvestraba en el estío.
-Comes sin modales, usa los cubiertos que algún día serás Barón -le amonestaba.
-Las peras saben mejor cogidas del árbol y mordidas con los dientes -se reía el joven. Hasta que la baronesa lanzó un gritito.
-¡Un gusano! 
Era cierto. Por la comisura de los labios del baroncito trataba de escabullirse un gusano-ocupa que hasta el momento se alojaba sin permiso en la fruta. La escena sirvió para que se le activaran al niño todos los escrúpulos y se convirtiera en ese momento en practicante de los buenos modales. Tanto que se convirtió en el mejor cirujano de peras de toda la saga de Barones de la Antigualla, casa de rancio abolengo. Hasta tal punto le rindió la habilidad que llegó a ser experto en protocolo en el capítulo de mondar fruta con cubiertos, algo equiparable, por su dificultad, al noble arte de la esgrima. Y hoy es el día en el que el Barón de la Antigualla es citado en todos los tratados de etiqueta como introductor de los buenos modales en las mesas del buen comer en el capítulo de engullir frutas con clase, salero y decencia.
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