Siendo niño recibí una
buena reprimenda de mi vecina, la señora Aurea, por romperle un
vidrio del portal de un balonazo. Además consiguió que me cayera un
buen castigo en casa. Si yo hubiera sido con posterioridad un afamado
futbolista o el director de un banco local, ella lo hubiera contado
con orgullo. Pero como no he pasado de ser un hombre gris en esta
vida, la anciana vecina me sigue mirando con un cierto desdén. Lo
que no sabe la muy tonta de ella, es que yo soy el que le quema las
sábanas con un cigarro, por lo menos un par de veces al año. Son
las posibilidades que da el haber llegado a ser barrendero en esta ciudad.
_____ o _____