23 mar 2015

Cosas de la reencarnación

De mis otras vidas guardo recuerdos contradictorios, pues nunca he sido feliz, la verdad sea dicha, aunque miles de veces he estado contento, que es lo máximo a lo que aspiro en futuras vidas. He padecido infelicidades sin cuento, pero no pienso airearlas.
Sin embargo, me apetece contar lo mucho que disfruté en una ocasión con mi viejo amigo Pieter Brueghel, que quiso hacer un óleo sobre cómo la gente vivía, o se desvivía, en las celebraciones de Carnaval y Cuaresma en la ciudad de Vasten. El muy loco, para ambientar mejor la escena, me hizo trepar al alféizar de una ventana y permanecer horas allá encaramado. Me reí tanto de unos y otros que finalmente perdí el equilibrio y caí a plomo sobre la procesión, provocando la desbandada de los cofrades que me tomaron por demonio.
Pieter Brueghel acabó felizmente su óleo y yo pasé a otro turno reencarnatorio.
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