8 oct 2014

Legítima defensa

El marido le resultaba ya tan cargante que al final lo hizo. 
Humedeció ligeramente el enchufe del baño y el diferencial
eléctrico saltó sin más, dejando la casa a oscuras.
-Cariño, se ha ido la luz -gritó antes de dar a la bomba del WC y así apagar la retahíla de improperios que llegaba del salón. 
El marido, sin televisión y sin partido que ver, hizo tres intentos de subir la palanca en el diferencial y, al final, desesperado por ver si el campeón del mundo era Argentina o Alemania, salió en pantuflas y pijama al bar más cercano. Mientras, la esposa malvada tomó un secador y dejó el enchufe en condiciones, lo que le permitió seguir su programa favorito en la televisión.
-¡Jesús! Lo que hay que hacer con este egoístón -dijo en voz alta-. ¡Que dios me perdone!
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