Acudió
al Mercado de las Penas y se detuvo en el puesto de
trueques y compraventas de la negra Adelaida. Encontró mercancías de amores, soledad y tedios, de frustración, enfermedad
y rencores, de dineros, apreturas y miedos. Pero no encontró
quién le comprara las penas de viejo que eran su mayor capital.
-A
viejo no quiere llegar nadie -le explicó con voz queda la negra Adelaida -. Es lo que
peor se vende...
-Yo
sólo quería mercadear con penas de amor...
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