20 oct 2013

Olitas del mar

La abuela y la nieta se hallaban enfrascadas en una conversación que, a la vista estaba, complacía a ambas. La pequeña se empeñaba en imitar a la mayor y ésta le explicaba con paciencia y eficacia el cómo y porqué de las cosas. En ello estaban cuando la niña sorprendió sobremanera a la anciana que no acababa de decir más que...
-Mira, es que yo soy mayor, fíjate las arrugas que tengo en la cara.
-No, que no son arrugas -le replicó la niña veloz-, que son olitas del mar...
Ni que decir tiene que la abuela olvidó por un instante las penalidades de la vida.
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