-No hay más que resignación en todas las caras -pensó en voz alta después de un primer
barrido visual sobre la concurrencia.
-¿Y cómo será mi cara? -se
preguntó.
Se miró en la luna que tenía delante
y vio cosas que le desconcertaron. Allí en la acera había un
individuo con cara de loco, pelos al viento, ojos desorbitados, boca
entreabierta, mueca desconcertante y... a su lado un emigrante
africano que le miraba fijamente mientras le decía:
-Tú hablar solo con tu cabeza.
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