18 jun 2025

Así volvieron los ratones a casa de la marquesa

El gato abusón tenía bien marcado su territorio, pues todos los días recorría el jardín de la señora marquesa y depositaba una buena porción de orines en su perímetro. Era la señal para que ningún otro minino se adentrara en sus dominios. Pero como el susodicho no conocía nada de los títulos de propiedad se ponía furioso cada vez que la marquesa aparecía por allí en sus vacaciones, más si traía a su mascota, Michifú, un gato caprichoso y desnaturalizado que no sabía ni pelear por la raspa de una sardina. Y pasó lo que tenía que pasar. No hubo pelea entre ellos, no. Lo que hubo fue una escabechina que un veterinario pudo arreglar en un mes. La orden fue tajante, pena capital para el agresor. Se encargó don Manuel, el jardinero. No fue nada sofisticado, colocó veneno y se dedicó a esperar. Las dalias, no castigadas ya por los orines, brillaron mucho más, el césped dejo de mostrar calvas por la ausencia de deposiciones y, esto es lo peor, aparecieron ratones por el garaje, por la cocina... ¡!Ay! Se lamentaba don Manuel. ¡Qué bien vivíamos con el gato abusón!
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